E
n medio de la complejidad y de las divisiones de nuestro
mundo global, los jóvenes se ven desproporcionadamente impactados como beneficiarios y víctimas de los
desiguales cambios sociales que han acompañado el proceso de la globalización. Afortunadamente, sin embargo, la realidad es mucho más que la existencia de divisiones e injusticias; si
bien es verdad que muchos jóvenes, especialmente del hemisferio norte, están distanciándose cada vez más de las instituciones
organizadas de la Iglesia y del Estado, hay millones de hombres y
mujeres de entre 15 y 30 años que están respondiendo a las divisiones y estructuras de pecado en el mundo a través de su participación en los movimientos juveniles especializados de Acción
Católica.