Tras recibir con alegría la invitación para escribir sobre D. Aloísio, se me plantearon varias posibilidades de enfoque: ¿el teólogo, el místico, el profeta, el maestro, el hombre, el amigo, el obispo, el pastor? De su extraordinario legado pastoral, opté por centrarme en la figura del “obispo-pastor”, porque es la que más unifica todo lo que él fue, y, principalmente, por haberlo tenido durante 22 años como “pastor” de la Archidiócesis de Fortaleza, por lo que he podido gozar, en calidad de testigo, de una experiencia pastoral pionera.