Ciertamente la estatura física de Don Sergio Méndez Arceo facilitaba percibir su gran estatura moral, eclesial, social; hombre de México, Latinoamérica y del mundo; cristiano que, desde su fe, trabajó en las fronteras del pensamiento y de las prácticas socio-religiosas donde pareciera que existen oposiciones insolubles, las cuales, sin embargo, llegan a mostrar equivalentes humanos que en una lucha común por la utopía demuestran y mantienen el valor de las diferencias.