Mucha gente considera la II Conferencia General del Episcopado latinoamericano y caribeño, celebrada en 1968 en Medellín, el acta de nacimiento de la Iglesia latinoamericana, con un rostro y una identidad propias. Allí surgió el magisterio colectivo de su episcopado, que entonces contaba con alrededor de 700 obispos, un cuarto del episcopado mundial.