En la Antigüedad se llamaba “padre” a los maestros. Pablo reivindica ese título: “Aunque tengáis diez mil tutores en Cristo, no tenéis muchos padres; porque en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio” (1 Cor 4,15). En algunos lugares dicho título se atribuyó a ciertos obispos. En la tradición algunos lo conservaron. Nunca existió lista oficial. En Occidente, desde Bonifacio VIII, se reconocen cuatro Santos Padres por excelencia: Agustín, Ambrosio, Jerónimo y Gregorio. En Oriente se venera a tres con el título de “padre” de la Iglesia: Basilio, Gregorio Nazianceno y Juan Crisóstomo. Los latinos quisieron añadir el nombre de Atanasio. No obstante, estos son sólo los más importantes.