El artículo propone una renovación del mundo de pensar de la teología a partir de la consideración del papel de la imaginación creadora que caracteriza a la literatura considerada como echo estético. En base a una evaluación del estatuto interdisciplinario del dialogo entre la teología y la literatura, se señalan los aciertos y los límites del camino recorrido desde el concilio Vaticano II hasta nuestros días.