En el Concilio Vaticano II, aunque la idea del "pueblo de Dios surgió en contraste con la Jerarquía en la Iglesia, se extendió discretamente a todos los pueblos, centrándose en la conciencia como la voz de Dios y en la presencia activa del Espíritu en cada ser humano. Esto fue confirmado por Juan Pablo II. loa pueblos de todas las regiones son percibidos como co-peregrinos del Reino de Dios. Tienen una sabiduría que es más cultural que religiosa y, por lo tanto, puede volverse interreligiosa y animar al pueblo en su marcha hacia el Reino de Dios.