Las poblaciones que viven en las zonas periféricas de la ciudad de Sao Paulo, la más rica del país, sufren desigualdades económicas, sociales y territoriales provocadas por la ciudad, en las que se ven penalizadas por la falta de servicios públicos adecuados, de educación, salud, asistencia social, ocio, cultura y transporte público, viviendo en una condición de exilio en la propia ciudad. Las familias pobres buscaran vivir en zonas centrales, con mejores infraestructuras y alternativas de trabajo, pero encuentran viviendas en corticos [colmenas] de extrema precariedad a precios altísimos.