En este artículo reflexiono sobre las ciudades (post) apartheid, desde la perspectiva de la (re) segregación espacial, los sin techo y las viviendas precarias. En mi opinión, la iglesia se aislará cada vez más del creciente descontento de los marginados urbanos a menos que acepte las cuatro generaciones de desarrollo, expuestas por David Korten, al tiempo que se enraíza en un compromiso profundo con la liberación integral, tal como es definida por Gustavo Gutiérrez. Concluyo discerniendo y sugiriendo siete imperativos urgentes para la acción teológica.