En la historia judeocristiana se ha presentado al Espíritu de Dios con diferentes imágenes, como el viento, el aliento de la vida, la paloma o incluso el fuego. En la teología grecorromana y occidental posterior, el Espíritu representa el amor de Dios o el que revela, el que santifica, el Espíritu de la verdad, y, finalmente, el mismo Espíritu Santo...