El artículo pone de relieve y se pregunta por la gran dificultad de creer que caracteriza a los actuales jóvenes adultos de los países del Occidente secularizado. Se subrayan tanto el factor generacional del fenómeno, que afecta en igual medida a la parte masculina y a la femenina, como también la responsabilidad de la generación adulta, que ofrece cada vez menos aquel testimonio real del vínculo existente entre el deseo de felicidad humana y el mensaje del evangelio, que es el verdadero fundamento en el que se apoya la transmisión de la fe a lo largo de la historia.