En este artículo se describe el silencio como un modo de escucha: escucha de la propia voz interior, de la voz de Dios y del latido de la madre tierra. En él se reflejarán las experiencias personales que ha tenido con diversas y nuevas formas de oración y de vida monacal (es decir, durante una peregrinación a Tierra Santa, una estancia en un monasterio franciscano, un visita a la comunidad de lona y la praxis en la comunidad ecuménica Kloster Gnadenthal, donde vivo desde 2010).