El sufrimiento cuestiona a la humanidad y desafía a la religión: la modernidad lo convirtió en roca del ateísmo y suscitó la teodicea. Pero ateísmo y teodicea mantuvieron acríticamente el presupuesto pre moderno de un mundo-sin-mal, que hace inconsecuentes tanto la acusación atea como la teodicea tradicional. Romper ese prejuicio permite restablecer la coherencia cultural y elaborar una teodicea que recupere el corazón del mensaje bíblico: la esperanza definitiva frente al sufrimiento. Dios como Anti-mal.