En cuanto se derrumbó la unidad religiosa, que se basaba en la unidad política, y se produjo una pluralización de la religión cristiana en un Estado, estallaron las guerras confesionales en ese Estado. Para mantener la paz, el Estado tuvo que hacerse neutral con respecto a la religión y a las ideologías, es decir, tuvo que, convertirse en Estado secular, dejando de fundamentarse en lo social para basarse en lo secular.