Para Gabriel Tizón la fotografía es supervivencia y la cámara el instrumento que facilita su encuentro con las personas que más admira: los emigrantes y los refugiados, a quienes prefiere llamar “personas”, sin calificativo alguno. Tiene su estudio en Barallobre, un pueblecito próximo a Ferrol (A Coruña), pero pasa largas temporadas en África y en Europa para hacer visibles a los olvidados y mover conciencias. Su trabajo es eminentemente solidario, aunque a él no le gusta nada el sentido que se le da hoy a esta palabra.