La autora del artículo advierte que el maltrato es un modelo imperante en la sociedad, que marca la pauta cultural y relacional. Quizás por ello muchas iniciativas de convivencia en los centros educativos no han tenido los resultados esperados, o estos no han perdurado. Para realizar una transformación más profunda, propone crear, profundizar y practicar el concepto de buentrato, empezando por nosotras mismas.