Cargar a chicos y chicas con cantidades de tareas para hacer en casa no parece tener una relación directa con los beneficios que se les suponen. Los deberes no están pensados para cada uno ni contemplan las condiciones que tienen para hacerlas. Sería deseable que la escuela procurara al alumnado el derecho a la adquisición del conocimiento que se merece y que hiciera uso de la oportunidad de potenciar la creatividad, el pensamiento y la capacidad crítica.