Poner en marcha proyectos en los que la escuela colabora con su entorno social, en especial con las familias pero también con el vecindario y la Administración local, contribuye a desdibujar las fronteras de esos compartimentos estancos en los que transcurre la educación –y la vida– de los niños hoy. El camino escolar es uno de esos hilos que ayudan a retejer relaciones sociales y a generar nuevos contextos de exploración, relación y juego autónomos.