En la actualidad, nuestras aulas acogen a niños y niñas con gran variedad de orígenes culturales. Sin embargo, la comunidad gitana sufre todavía una importante estigmatización y es objeto de numerosos perjuicios. En este artículo se expone una experiencia llevada a cabo en un centro escolar convertido en comunidad de aprendizaje, que supone una alternativa de inclusión dentro de la escuela y de reconocimiento de la cultura gitana.