Aunque todas las encuestas expresan, sin lugar a dudas, que las familias tienen una buena imagen de los docentes que atienden a nuestros hijos e hijas, en la sociedad se extiende un mensaje constante de falta de consideración social de este colectivo. Puede parecer, y de hecho lo es, contradictorio, pero la cuestión es que ambas realidades se ven obligadas a convivir en el imaginario colectivo.