El orientador de un centro vasco coordina un programa de educación afectivo-sexual desarrollado con alumnado con distintas discapacidades. Desde el respeto a la forma de vivir la sexualidad de cada persona, se llevan a cabo dinámicas para fomentar el sentido de pertenencia a un grupo, ejercicios de expresión y relajación corporal y técnicas para fomentar habilidades sociales, fundamentales en el desarrollo autónomo de este alumnado.