Una educación verdaderamente democrática debe asumir el reto de abordar en el aula una serie de decisiones desde una perspectiva respetuosa, inclusiva y transformadora. En este contexto, la vertebración de los contenidos literarios en la actualidad debe situar al receptor en el centro de la selección de los mismos y superar el eje diacrónico como aval exclusivo de la formación literaria de nuestro alumnado.