El bullying, como conducta que genera complicaciones en la convivencia en el aula, tendría como factor asociado deficiencias en las habilidades emocionales. Siguiendo las ideas de Mayer y Salovey (2007); Fernández-Berrocal y Extremera (2004), se compararon la inteligencia emocional y el índice de bullying de 100 estudiantes voluntarios de Psicología de una universidad privada de Barranquilla, aplicándoseles el TMMS-24 de Fernández-Berrocal, Extremera y Ramos (2006) y la lista de chequeo Mi vida en la Universidad adaptado de Mi vida en la Escuela de Arora (1989) por Vásquez, Ávila, Márquez, Martínez y Mercado (2008). Aun cuando no son concluyentes, los resultados si bien sugieren adecuada inteligencia emocional y bajo índice de bullying en la mayoría de los participantes, no debe descartarse la probabilidad de aparición de estas conductas en los restantes miembros de la muestra, por lo cual se sugiere la creación de espacios propicios para el fortalecimiento de habilidades de atención, claridad y reparación emocional que contrarresten al aparición de conductas agresivas y maltratantes en las aulas.